En 1967 un pequeño pueblo de Huesca llamado La Cartuja de los Monegros nació como un lienzo en blanco. Sobre sus cuadriculadas calles, 82 familias colonizadoras comenzaron a escribir sus primeras lineas. Celebraciones, reuniones, fiestas… Todos esos momentos tenían algo en común. En este caso, el licor de endrinas que muchas de aquellas casas producían humildemente se convirtió en testigo de esa destinada fraternidad.
De esa forma de entender la vida, nace esta tradición. De esas calles nace este patxaran.
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Con este diseño se busca convertir al propio producto en una ventana a ese pasado. A medida que el licor se va consumiendo, y a través del troquel en forma de ventana, se deja entrever la instantánea de un recuerdo atestiguado por el propio patxaran.
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Todo ello, abrazado por los apellidos de aquellas familias colonizadoras que comenzaron a producir este popular licor.